Monte OIimpo, sexo sobre el escenario

Teatro
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Ernesto Naranjo

En la Antigua Grecia, cada hombre, mujer y niño creían en un imponente panteón de dioses que les observaba desde las alturas del Monte Olimpo. Aquel era el hogar de estos seres divinos, que lejos de quedarse atados a ese rincón del mundo, solían visitar la tierra en más de una ocasión. A través de diferentes historias, estos mitos nos han llegado hasta nuestros días, sentado la base de la cultura occidental en lo que al arte se refiere. Y es que estamos hablando de una época y una región en la que nacieron los más grandes filósofos y pensadores, pero también escritores y autores teatrales. Las epopeyas no se inventaron en Grecia, pero fue aquí donde se les dio el carácter dramático que necesitaban. Las tragedias eran el género predominante para exponer las historias más cercanas, pero también las más épicas, protagonizadas por héroes y guerreros.

La fuerza de aquellas tragedias griegas resuena todavía hoy en nuestros escenarios, ya que muchas de ellas se siguen representando. El teatro clásico las trae de vuelta cada cierto tiempo, con sus textos “originales” o con adaptaciones que suelen calar hondo en los espectadores. Y no es para menos, ya que al fin y al cabo estas tragedias tratan temas que siguen siendo importantes hoy en día en nuestra sociedad: la familia, el amor, el dolor, la muerte, la responsabilidad, el sacrificio, la traición… Cuando nos enfrentamos a las tragedias de Medea o Antígona nos damos cuentas de que no hemos cambiado tanto en estos últimos 2.500 años, al menos en lo emocional. En su momento, estas tragedias eran auténticos acontecimientos, especialmente en el festival de las Dionisias, donde varios autores se reunían para beber y comer durante una jornada entera, exponiendo sus mejores obras. Esto sirve como base para la obra Monte Olimpo, del siempre polémico y arriesgado Jan Fabre. Una producción que se extiende durante 24 horas naturales, y que pone a prueba al público no solo por su duración, sino por todo lo que se ve y se vive en el escenario. Teatro extremo para aquellos que de verdad quieran sentir esa experiencia catártica.

Una tragedia griega muy intensa

Cuando vamos al cine a ver alguna película de Marvel o  nos ponemos a leer una historia épica de alta fantasía, estamos rememorando, sin saberlo, la estructura y los temas de las tragedias griegas. Como ya lo hizo Shakespeare en su momento, hace más de cinco siglos, recuperando esa fuerza del conflicto como motor de cualquier historia. Los griegos no inventaron esa estructura, ya que había obras anteriores de este tipo, pero sí la pulieron, le dieron brío y la perfeccionaron tanto que hoy siguen funcionando. Y si una tragedia de dos o tres horas funciona, ¿por qué no unir doce de ellas en un verdadero festival teatral como los de antaño? Eso es lo que debió pensar Fabre cuando tuvo la idea de Monte Olimpo.

El director belga se centró además en aquellas tragedias más extremas, las más intensas y sorprendentes, tal vez para llamar la atención del público. En su momento, estas representaciones provocaban desmayos entre los presentes. Hoy en día estamos acostumbrados ya a todo gracias al cine y la televisión, y provocar ese efecto en el público no es fácil. Sin embargo, Monte Olimpo lo consigue al mezclar el horror y la tragedia, la sangre, las luchas a muerte e incluso el sexo real. Todo se lleva a cabo en el escenario, sin tabúes, sin límites, como en las tragedias clásicas originales. Más que una obra, es toda una experiencia, una performance que cuenta con más de 30 actores de diferentes países, y escenas verdaderamente duras.

Su director, Fabre

Nacido en Amberes, Bélgica, en 1958, Jan Fabre se ha convertido en uno de los directores de escena más especiales y polémicos. Artista multidisciplinar, se ha encargado del libreto, la puesta en escena y el diseño de muchas de las prendas de la obra. A través de su propia compañía, con la que lleva ya 30 años recorriendo todo el mundo, es capaz de exponer sus trabajos, entre lo clásico y lo moderno. Siempre poniendo en aprietos al público, incomodando en muchas ocasiones, fiel seguidor de la máxima de que el arte debe provocar en todo momento. Monte Olimpo ha sido una de las obras de mayor éxito de Fabre, gracias a la repercusión que este imponente montaje ha recibido a su paso por todo el mundo.

Escenas de sexo en vivo

La noticia del lanzamiento de la obra y su paso por diferentes países y festivales siempre incluía una referencia a las escenas de sexo en vivo. Pero en este caso, al contrario de otras muchas ocasiones, no era un simple clickbait para llamar la atención. Monte Olimpo decide mostrar toda la parte más oscura, sangrienta e intensa de las tragedias griegas. Y en aquellos tiempos, para los griegos, el sexo era algo tan natural como la muerte. Por eso encontramos escenas de masturbación y sexo real en esta obra, incluido un fisting. Algo que seguramente escandalizará a muchos, pero que está totalmente involucrado dentro del montaje, no solo para provocar, sino para llevar la catarsis colectivo un paso más allá.

Un éxito en todo el mundo

Monte Olimpo no es, ni mucho menos, la primera obra de Fabre. Desde finales de los años 90, el belga se concentró especialmente en este arte, escribiendo y dirigiendo sobre la escena diversos montajes. Muchos de ellos tenían influencias o reminiscencias de obras clásicas, tanto medievales como griegas o romanas. Sin embargo, esta concatenación de tragedias griegas de 24 horas de duración total se convirtió en su montaje más popular y extremo. Era algo casi inaudito en el teatro, por su duración, por su temática, por la mirada que Fabre dedicaba a aquellas tragedias que siguen vigentes hoy en día.

Tanto es así que el montaje no tuvo problemas en girar por todo el mundo, a pesar de las complicaciones que requería por parte del escenario y la necesidad de ocupar el teatro durante 24 horas seguidas. El director tuvo un especial éxito en Europa, donde recibió numerosos premios por esta obra. América se le resistió un poco más, tal vez por no estar sus habitantes tan vinculados a la tradición clásica. Monte Olimpo se convirtió en un reclamo para cualquier festival de teatro del mundo, y agotaba entradas a las pocas horas de ponerse a la venta. Y sí, provocó polémica y críticas, muchas injustas, pero Fabre aprendió hace tiempo a vivir con ello, y de hecho, seguramente las echará de menos cuando no lleguen.